Pasaron 15 minutos, pero el barco se iba inclinando cada vez más, mientras la tripulación y los camareros iban corriendo por todo el barco con chalecos salvavidas puestos, mientras nosotros estábamos todos en la mesa cuando en teoría teníamos que ser los primeros en ser protegidos.
— Ramón Escalante Florentino
dominicano que viajó en
el crucero Costa Concordia.
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