Yo no decía malas palabras

Cuando era pequeño recuerdo que decir una mala palabra era lo más grande en el mundo, y más si tu edad no llegaba a los diez años. Los únicos que podían decir esas palabrotas eran los adultos, y si te escuchaban diciendo alguna te aseguro que ese iba a ser el peor día de tu vida. En mi familia anda una historia de cuando mi hermano mayor dijo su primera mala palabra delante de mi padre, no es una experiencia que él quisiera repetir. Mientras va pasando el tiempo los niños se van alejando mas de sus familiares, y van haciéndose más de la calle, ya no pasan tiempo con sus padres como en aquellos días, y la educación no se la dan sus progenitores, la aprenden de los amigos y de los tigueres del barrio.

Ahora ya es algo normal

Me acuerdo un día que le dije a mi padre «conchole papi» al parecer la palabra «conchole» es muy parecida a otra que anda de boca en boca, la cual mi padre entendió que dije, me miro con ojos de desencanto, preocupación y rabia y me pregunto con fuerza « ¿!!Qué tu dijiste¡¡?» y yo le repetí la palabra bien despacio para evitar inconvenientes «conchole papi, con…cho…le» Si vas a escuelas o lugares donde asistan jóvenes, puedes escuchar malas palabras que nunca habías oído en tu vida, es una barbaridad la forma en que se expresan y con la normalidad que lo hacen. Los padres de estos tiempos ya no corrigen, sólo celebran todo lo que sus hijos hacen.

De aquí a 10 años

Para cómo están las cosas en un aproximado de 10 años las malas palabras serán dichas por los más jóvenes como algo normal, y decirlas no será nada malo. Cuando veo un niño diciendo malas palabras de «Level 5» sólo pienso que en aquellos tiempos si yo decía algo así, fácilmente me volteaban la boca a la parte de atrás de la cabeza de una galleta. Las cosas han cambiado demasiado, y no todos los cambios siempre son buenos, veo como las familias se separan y se va perdiendo las enseñanzas principales, ya los padres no crían a sus hijos, quien lo hace es la calle, el amigo del hijo lo conoce más que sus propios padres, y me da pena ver cómo algunos sin darse cuenta, están ayudando a sus hijos a entrar a un camino del cual se les hará muy difícil salir.