Las ciudades del país y sus principales barrios, su gente y sus comerciantes, están al borde de la desesperación. Ya no es solamente la luz, que brilla por su ausencia, sino también el agua, que nunca llega. (Lean la nota de Argénida al respecto.) Esta situación merma aún más su economía, pues los ciudadanos se ven obligados a comprar el agua por camiones, a precio de feria, y los comerciantes se ven obligados a adquirir plantas de emergencia y comprar gasoil para no perder sus mercancías.
Fuente: artículo del Listín Diario.