Entregar «la fundita» es uno de los legados más palpables de Balaguer en nuestro país. El refranero popular dominicano hasta cuenta con la expresión: «le cogimos la fundita y no somos reformistas». Para que un evento político se de bueno, debe ser clausurado con la repartición de estas, es más, se podría decir que los discursos y demás partes de dichos actos son solo un preámbulo de la entrega.
En la imágen: Militares cargando su fundita. [El Nacional]
El periódico El Nacional de hoy trae un artículo con esta imagen de unos militares llevándose las funditas que supuestamente se entregarían en la comunidad. Parece un poco fuere la foto, pero esta práctica es tan vieja como la fundita misma.
Tú lo has mencionado. Esa práctica parece un cuento de nunca jamás: este país no va a crecer, educacional y culturalmente si no damos la espalda a prácticas corruptas como ésta.
Joan, he llegado a la conclusión de que para que el país crezca hay que mantener, aunque sea temporalmente, esas medidas populistas. No me gusta la idea de dar funditas, pero los subsidios, en forma de tarjetas, cupones y demás, son casi imprescindibles. Con relación a los militares, es un problema sistémico, nuestro paradigma es: lo mío alante. Si yo reparto me toca más…