¿Recuerdas jugar al escondido?

El escondido ¿Se juega todavía el escondido? Es ya un hábito que escribamos sobre estos juegos de la infancia, para quizás en su evocación y recuerdo lograr rescatar del olvido estas grandes experiencias del pasado. Parece que los Playstations, los juegos en el Facebook y las Blackberrys se han encargado de esconder en lo más remoto de nuestra mente, el muy popular juego del escondido, es otra lamentable víctima del mundo globalizado. Estamos hablando del más popular de los juegos tradicionales, no tiene ciencia, tampoco microchips. El escondido es una dinámica recreativa jugada por todos los dominicanos, aunque quizás ahora algunos políticos, inversionistas y narcotraficantes también se animan a jugarlo con mucho éxito. Con sus variantes, escondido americano y de latica, este popular juego marcó inevitablemente nuestra niñez. Es posible que hoy en día muchos hayan olvidado un poco esta emocionante experiencia de esconderse y evitar ser encontrado, es lo que vamos a recordar aquí.

Como se juega al escondido

Para jugar al escondido debemos ser más de uno, es decir el escondido de juega en grupo. La frase que inicia el juego es «la doy y no me la quitan» esta es la manera de anunciar a los interesados que deben pasar al frente del anunciante de la frase para que por medio de una tómbola de dos manos y una piedra dentro, cada uno de los chicos irán seleccionando el puño que los libera o los hace quedarse. Quedarse en el juego del escondido significa que te va a tocar contar hasta que todos estén bien escondidos para así después salir en su búsqueda. Quien se queda, sale a encontrar a sus víctimas, y si te agarra entonces eres candidato a contar en el próximo juego. Tienes el chance de salvarte y evitar ser agarrado, lo haces burlando a quien se queda, es decir, con mucha astucia y agilidad, desde tu escondite, esperas que él se aleje de la pared donde contó y si llegas a tocarla antes que el estas safe o estas a salvo, esa pared es el inolvidable tani o tanibol.

Siempre me encontraban

Jugaba al escondido todos los fines de semana, en grupos de 10, incluso una vez contamos 20 chicos. Unos se escondían debajo de carros, otros en patios ajenos, detrás de paredes, en jardines y en los lugares menos pensados del ensanche. Se consideraba trampa si te escondías dentro de tu casa, una vez lo hice, me quede en el cuarto de mi hermana, aproveche y encendí la televisión, me quede dormido y horas después Salí, que pena fue ver la cara de molestia de mis amigos. El escondido era un juego de habilidad, pues si te sorprendían, iniciabas una carrera a muerte para llegar antes que el que se quedaba y así salvarte. Como he dicho en mucho de mis artículos, yo era bastante gordito desde pequeño, por lo tanto me escondía cerca del tani o sea la pared, y comoquiera me encontraban y me cachaban. Esto indica que casi siempre me tocaba contar, quizás la vida quería que reforzara mi conocimiento con los números, me hice un experto contándolos, había que cerrar los ojos y contar hasta una cifra determinada, hasta 100 la mayoría de los casos.

Jugarlo era toda una aventura urbana

Nunca olvidaré jugar al escondido, me encantaba jugarlo los sábados en la tarde, y en vacaciones, en las noches. Ya hoy en día no es común ver niños jugarlo, aunque muchos adultos inquietos lo hacen, también muchas niñas rebeldes de sus padres, y claro los que deben dinero también juegan al escondido, un poco distinto al mío, pero en esencia es lo mismo. Jugar a esconderse era toda una emoción y aventura, conocíamos nuevas casas, nuevos árboles, y nuevos patios, también nos mordían perros, a sus asustábamos doñas, nos engrasábamos la ropa con el asfalto y nos pelábamos las rodillas. Los que ganaban o perdían se sentaban a esperar a que el juego terminara, de paso ayudando a los otros escondidos como zafarse del vigilante del tani. Mientras, el último en ser encontrado tenía la posibilidad de quedarse, si no era capturado otra persona después que el. El americano, era quizás más perverso, ya que según conozco se hacía entre parejas y el de la famosa latica era interesante ya que en vez de topar al tani, había que hacer sonar una lata llena de piedras para anunciar salvarse de ser el buscador. Juguémoslo ¡otra vez! ya tengo la piedra en la mano, ¡la doy y no me la quitan!.

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