Una imagen que pocas veces podemos apreciar en nuestros barrios donde la tecnología se ha vuelto más importante que cualquier deporte, y las calles tan peligrosas como para tener que jugar dentro de las casas. De camino a mi casa me detuve unos minutos a ver a estos niños jugar pelota de una forma que tenía mucho tiempo sin ver, no hay controles ni Internet, tampoco baterías ni electricidad, sólo una pelota de goma, jugadores —reales, no virtuales— y unas funditas de agua para reponer las fuerzas.