El funeral dominicano

funeral dominicanoAlberto Díaz ―personaje imaginario― dominicano, viven en Miami, recibe una llamada muy temprano en la mañana «Albertico mijo se murió la tía Juliana». Este es la llamada clásica que se usa para empezar un funeral dominicano que también es conocido como una «juntadera familiar». Al llegar al funeral siempre está el familiar hipócrita que nunca le cayó bien la tía Juliana y es el primero/a que le da el abrazo a Alberto, pasa el funeral entero llorando a cantaros para disimular su desinterés por la muerte, luego pasa a ver el cadáver, unos momentos viendo al muerto y luego a dar el pésame. Después de toda la rutina tiene que pasar a ver a los familiares que están sentados fuera en sillas de platico y saludar a uno por uno.

El momento de la reunión familiar en el funeral

De repente se encuentra con una tía que nunca había visto en su vida ―pero que está aquí porque también supo que había una juntadera familiar― y tiene que abrasarla y aguantarse todas las historias que ella haga de la última vez que lo vio «la última vez que te vi tu todavía tenias pañales» en una esquina se encuentran todos los niños de la familia hablando, riendo ―no de alegría por la muerte, lo que pasa es que son niños al fin y al cabo― y gritando a sus padres que tienen hambre, el familiar rico llega tarde con su familia perfecta, y todos empiezan a hablar de ellos, sus hijos se sientan al lado de los otros niños con su Blackberry y PSP, mientras que los primos dicen «Ya llegaron lo’ jediondo primos de nosotros».

Cuando todo esta calmado

Después de llantos sinceros de dolor, llantos de hipocresía y llantos de los niños que quieren irse para sus casas, llega el momento donde todos están tan cansados que no le salen ni las lagrimas. Van a sus casas a comer algo, algunos no comen nada muchos comen lo que le pongan al frente, se sientan los familiares a hablar y recordar a la tía Juliana lloran, ríen y después del rato olvidan todo y están normal ―lo digo porque lo he visto mucho es como que se les olvida que lloraban por un muerto― al otro día hay que enterrar a la tía, y Alberto ―el sobrino más querido― es quien da las últimas palabras, la entierran y todo acabó ―por ahora―. En la noche viene el jumo a nombre de la tía Juliana el musicón, el coro, la bailadera y to’ las cosas que no se puede hacer cuando se está de luto en un funeral dominicano es todo lo contrario. Al final ya los niños dejaron a la tía Juliana en el olvido, la hija de la tía tiene más libertad y la reunión familiar se acabó, Alberto se despide de sus familiares y no se vuelven a ver hasta la muerte del próximo familiar. Así es el funeral dominicano.

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