Deja vu partidario

Ciento veintiocho años atrás, en una pequeña y lejana isla, inició su mandato presidencial un astuto joven llamado Ulises Heureaux, cariñosamente «Lilís», quien no tardó en demostrar el terrible caudillo que llevaba dentro. Este nuevo presidente de una parte de aquella isla tropical llegó al poder a través del partido azul, sin embargo en su viveza hizo todo lo posible por atraer al gabinete a aquellos líderes del partido rojo que se encontraban sin jefe por haber muerto recientemente su cabecilla Buenaventura Báez. ¿Les parece conocido? ¿Es que definitivamente la historia se repite y estamos permanentemente a bordo de una máquina del tiempo que nunca para y nos hace dar vueltas y vueltas sobre los mismos pasos?

Mezclando Colores

Casi 13 décadas más tarde, en aquella pequeña isla gobierna un león morado. Se cuenta que introducirá en su equipo gubernamental a importantes líderes del partido rojo o reformista, entre ellos Federico (Quique) Antún Batlle y Johnny Jones. Este jefe llamado Leonel Fernández se ha caracterizado desde sus inicios, al igual que aquel Lilís, por una política de alianza con diferentes partidos, especialmente con el rojo en tiempos de campaña. Tomemos en cuenta que fue precisamente una mezcla entre estos dos colores la que impulsó a este jovencito a gobernar en el año 1996.

Pagando Favores

En el siglo 17 Lilís buscaba disolver el partido azul fundado por el héroe de la restauración Gregorio Luperón, para crear una entidad personalista y autoritaria. Por esto combinó el azul con el rojo, dando como resultado ni uno ni el otro. Hoy Leonel Fernández quizás está cumpliendo con compromisos políticos al nombrar líderes reformistas en las candidaturas del PLD, pues el apoyo de los reformistas hacia la aprobación de la nueva constitución definitivamente no fue gratuito. Pero ¿Se distorsionará el morado mezclándose con el rojo, así como se disolvió el azul al ser mezclado con escarlata en la época de Lilís? ¿O será que en esencia ya todos los partidos están mezclados, compuestos todos por la misma materia prima, diferenciándose sólo por coloridos caparazones? Quizás por esto a Fernández no le preocupa mucho introducir reformistas al PLD, quizás él mismo sabe que no hay diferencia entre unos y otros.

Eterno Deja Vu

Cabe aclarar que no es sólo práctica del PLD, más bien de todos los grupos políticos. El PRD también acepta a todo el que se sienta inconforme en su partido, sobre todo si son personas con capacidad de obtener votos. Vemos el ejemplo de Gilberto Serulle, ex-dirigente peledeísta durante 30 años y ahora candidato a síndico de Santiago de los Caballeros desde el peredeísmo. Otro ejemplo es el de Víctor Gómez Casanova, quien después de ser el secretario general del partido reformista, pasó a las filas del PRD. Pasan los años y la historia se repite sin siquiera percatarlo. El presente parece un deja vu eterno. Las costumbres políticas de un siglo atrás continúan repitiéndose. Con estos cambios repentinos de los militantes partidarios se demuestra que le pertenencia o no a un grupo político no es cuestión de ideales o de congruencia con un pensamiento, más bien de intereses económicos y de poder. Los partidos políticos no son vistos como un canal para servir a la gente, más bien como succionadores que permiten tragar los bienes de un pueblo trabajador.