He estado analizando cuáles son las oportunidades que tiene una familia para adquirir una casa —no apartamento— en algún lugar de Santo Domingo ahora mismo o en unos años. La respuesta es simple: ninguna. Ahora mismo el precio de una casa no depende de ninguna valoración objetiva (metros del terreno, edificación, ubicación) sino de otros asuntos sumamente objetivos y caprichosos, especialmente del siguiente. Quien tiene un ranchito, aunque se esté cayendo de lao, espera que venga una constructora a comprárselo para levantar allí una torre, recibir un buen dinero en efectivo y un apartamento. Llamé a un letrero de Se Vende —solamente por preguntar— y quién me respondió ni siquiera se interesó en darme un precio. Al preguntarme si era una constructora y saber que no, sólo me dijo que el precio de la casa era una precio «para constructoras». Yo tengo alma de pueblo y me gusta sembrar, vivir con relativa privacidad y disfrutar de una casa, pero según está el mercado, el que sueña con casa o vuelve al pueblo o se encarama, en un apartamento.