En días pasados le comenté a alguien lo bien que me sentí cuando vi a un AMET haciendo su trabajo correctamente, cumpliendo con su deber y haciendo que los conductores obedezcan las leyes y este me dijo: «Que mal es sentir tanta alegría al ver a una persona hacer el trabajo que debería estar haciendo siempre». Es cierto, me alegré tanto porque tenía mucho tiempo sin ver a un agente de La Autoridad Metropolitana de Transporte cumplir su trabajo correctamente, si este acto lo viésemos a diario tal vez eso no me hubiese sorprendido tanto. Es que no nos hemos acostumbrado a ver a la autoridad haciendo su trabajo, nos acostumbramos a verlos actuando como vándalos a los cuales debemos tenerle miedo.
