Es que no son niños, son adultos menores, cuyo proceso de maduración para el mal se ha completado en momentos en que otros niños juegan y se dedican a estudiar y a trabajar. Podrían tener 17 años, pero son unos adultos en términos de su desarrollo psicológico.
— César Mella, psiquiatra.
(F: Periódico Hoy)
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