RD: todo está permitido

Durante el año y medio que tenemos, nos hemos caracterizado por ser un metroblog que exponga las curiosidades que se pueden ver en nuestro país. También las opiniones —de todos los sectores— son bienvenidas. Es un honor para nosotros presentarles a Rocío Díaz, co-autora del blog Acción Comunitaria quien estará una vez a la semana en Duarte101, haciendo buen café para todos ustedes. Vean su primer escrito

Si algo caracteriza a los dominicanos, dejando a un lado la legendaria hospitalidad, es esa mentalidad de «dejar hacer», laissez-faire, para utilizar un término más sofisticado, que resulta tan dañina.

Los resultados de esta indulgencia excesiva están a la vista de todos: caos en el tránsito, corrupción, evasión fiscal, engaños al por mayor y desorden urbanístico. República Dominicana cuenta con todas las leyes del mundo para regular diversos aspectos de la vida nacional, pero raras veces se ejecutan.

Manejar en Santo Domingo, Santiago y el país en general es una odisea. Tan graves son las violaciones en materia de tránsito que hay gente que se persigna antes de salir de sus hogares, otros optan por ni siquiera aprender a manejar, prefiriendo contratar los servicios de un chofer.

A la vista de agentes de AMET la gente se pasa en rojo, se para encima de la línea del peatón, toma avenidas y calles en contravía, dobla hacia la izquierda desde el carril derecho, anda sin placa, anda sin luces o anda en vehículos tan destartalados que representan un peligro público. Motores y guaguas usan elevados, pasos a desnivel y túneles, a pesar de que está prohibido. Y a todo esto, nadie hace nada. Operativos van y vienen, pero el efecto no es duradero.

Aceras ocupadas por tarantines, carros, desechos de construcción y gomeros son otro ejemplo de la cultura del dejar hacer. Es deber del síndico regular el uso de las aceras, expedir los permisos para instalar negocios y así por el estilo. Es también deber del Ayuntamiento regular la planeación urbana. Sólo en este país vemos que negocios y residenciales conviven en un mismo espacio, para desgracia de quienes viven en los alrededores. La avenida Duarte, por las inmediaciones de las calles París y Barahona, es el vivo ejemplo del desorden que impera en todo el país.

Pero donde la cosa se torna bien difícil es cuando esa permisividad paraliza al país, como ha estado ocurriendo desde la semana pasada. Sólo en un sistema como este se le permite a Juan Hubieres disponer a su antojo del transporte público, que de público no tiene nada. No es posible que todo un pueblo pague las consecuencias de la ambición de un barbudo que quiere que le den “lo suyo” para seguir haciéndose de dinero. Tampoco es posible que los sindicalistas, partiendo del ejemplo de este personaje, hagan lo mismo. Lo que pasó hoy en Bávaro es un ejemplo patético de cuando las cosas se salen de control.

Hace falta un reordenamiento total, lástima que nadie lo haya asumido.

4 comentarios

  1. Saludos Rocío. Pienso que hemos dedicado mucho tiempo a crear leyes y muy poco a crear carácter. Todas las grandes naciones siguieron el proceso inverso al nuestro: desarrollaron primero un carácter fuerte (disciplina, integridad, valores), luego un marco legar funcional y más tarde, una economía dinámica. Nosotros intentamos sin éxito alcanzar el progreso con poco carácter y mucho papel. Bienvenida a Duarte101.

  2. Lo peor es que resolver esto no le interesa ni al gobierno, ni a los sindicalistas, ni a los empresarios, ni a la gente, ni a nadie.

  3. Individuo: Por eso dije que es una lástima que nadie haya asumido esa responsabilidad. Mientras tanto, debemos apreovechar medios como este para que se vea que todavía hay gente preocupada por su país. Tratar, analizar y debatir estos temas, aún sea a través de un blog, es un aporte que puede dar sus frutos.

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