Un ladrón con buen gusto

Todos los días leo en los periódicos sobre una ola de robos en algún sector. Esto no es una ola, es un tsunami. En mi caso personal, ya he invertido más en hierros y seguridad que en muebles, pues en menos de dos meses van dos robos. Lo más curioso es las cosas que se llevan: la primera vez un perfume al que sólo le quedaba el fondito y la segunda unos zapatos usados —que sólo me acomodan a mí, pues tengo el pie un poco gambao— y una plancha para el pelo de mi señora. Eso sí, registraron todos los rincones de la casa buscando dinero. Estoy por pensar que era una pareja buscando la pinta y el menudo para la fiesta. Lo curioso es que quizás el ladrón anda por ahí con mis zapatos y mi perfume puestos y la novia con su pollina bien panchá; por lo menos buen gusto tienen.

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