Ayer, mientras cubría una actividad en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), recibí una de las noticias más desconcertantes en estos días —miren que de desconciertos vivo, a juzgar por mi profesión de periodista—. En un homenaje de la UASD al Procurador General de la República, Radhamés Jiménez, la universidad estatal le entregó un pergamino y un rotulo con su nombre grabado…¡chapado en oro!
Mientras hacían la entrega del rotulo chapado en oro, miré con sorpresa a la colega que a mi lado también mostraba una cara de desconcierto ante la posibilidad de que la UASD entregará este tipo de regalos, cuando hace unas semanas atrás adviertiera que no tenía recursos para iniciar el semestre.
Los temores sobre la posibilidad del cierre de la universidad estatal fuero dispersados luego de que el Gobierno decidiera incluir a la alta casa de estudios en el Presupuesto Complementario que está conociendo hoy la Cámara de Diputados, con una partida de más de 600 millones de pesos. Pero que el alivio fue tal, que las autoridades se permitieron un espacio para obsequiar este tipo de regalos.
No crítico el homenaje, ni siquiera la entrega de un rotulo. ¿Pero es necesario que este este chapado en oro? ¿No estamos en tiempo de austeridad? ¿Los recursos no necesitan maximizarse ahora para cubrir las necesidades más prioritarias de una universidad que siempre se queja por falta de fondos? No entiendo…o, quizás, ¿no quiero entender?
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