Zzzz, ahora lo queremos negar, no lo admitimos, es una blasfemia decir que lo hemos hecho, y para colmo ya hay gente que niega que esto se hace hasta en los empleos menos pensados. Todos hemos dormido aunque sea un chin, en nuestros trabajos, hemos cabeceado por segundos, o nos hemos dejado llevar por Morfeo ―Dios griego del sueño― en esos momentos frente al monitor. Recientemente se publicó un estudio que arrojó que el dormir por 30 minutos en el trabajo le otorgaba mayor dinamismo y animo al empleado. Lógicamente este estudio tomaba estos 30 minutos de la hora del almuerzo para establecer el momento ideal para ubicar el descanso. Pues no sabré de allá, pero aquí en RD el tiempo para dormir siempre será después de esa hora de almuerzo, y su duración será directamente proporcional al tiempo que le dure al jefe en regresar a la oficina.
¿Por qué nos da sueño en la oficina?
Seamos claros, diariamente le entregamos las mejores horas del día a nuestro trabajo, no tenemos que calcular demasiado para llegar a la conclusión de que tu compañero empleado es mas hermano que tu hermano de sangre ya que pasas más tiempo con el que con toda tu familia. Dicen que el trabajo es la segunda casa, pero yo diría que es todo lo contrario, el empleo es sin lugar a dudas nuestra morada diaria donde prácticamente resolvemos todas nuestras necesidades, incluyendo la de dormir. ¿pero por qué es tan común que esto se vea? ¿Por qué sucede? Fácil, existe algo llamado ―Mal dormir― es una frase dominicana que involucra muchos factores: Insomnio, Tareas, cansancio, malas posiciones en la cama, acostarse tarde, etc. La suma de todo esto genera la sensación de sueño más fuerte que podamos soportar, todo esto justo después de despertarnos, a la mala. Vamos al trabajo como puros zombies, ya hasta creemos que el chofer es parte del sueño, posiblemente que nos acurruquemos en el carro publico o en la Omsa con la doña que nos quede al lado. Pero todo se intensifica cuando llegamos a nuestro lugar de trabajo, cuando nos sentamos en esa incomoda silla que nos parece como el más suave de los colchones, ni el café de las 7:30am nos levanta, simplemente estamos derrotados por el sueño.
Con la frente en el teclado
Ya cuando llegamos, nos damos el primer chancecito de cerrar los ojos y continuar ese sueñito tan rico que empezó en nuestra cama. Muchos empleados incluso ubican un rinconcito para ir a roncar un poquito antes de que llegue el jefe. Yo conocí a un ex compañero que tenía hasta un almohada en el locker de su trabajo ―es para estar más cómodo― me decía. Esa cortina empañada que vela enfrente de nuestros ojos, junto a los continuos movimientos de la cabeza permanecen con nosotros hasta que alguien más despierto que nosotros vocea «¡ya viene!» como arte de magia, Morfeo se desaparece de nuestros ojos, y con cuaja pero con un chin de motivo salimos a camino en la mañana para iniciar el día. Pero ese apenas ha sido el primer round, en ese cuadrilátero ―más bien una cama― volveremos a luchar contra las fuerzas de la rendición soñolienta, el momento no puede ser el más idóneo: después de comida.
Una siestecita laboral
No hay mejor parte del día para ser la madre de todos los sueños, desde épocas lejanas, ―costumbres españolas― heredamos la clásica siesta, aquel momento después del almuerzo en donde reposamos la comida. Es inevitable no tener sueño después de un abimbador arroz blanco, con una abobadora habichuela roja, simplemente toda una bomba que anestesia nuestros sentidos. Después de estar llenos y timbí, nuestro organismo no puede trabajar a la marcha rápida del desayuno, entonces le baja la velocidad al proceso de la digestión y eso provoca que otra vez nos tumbemos con los ojos cerrados. En esta ocasión sí que no hay como escaparse, nos rendimos en una silla, en un escritorio, debajo de el, y hasta en el baño. Las oficinas se transforman en poco tiempo en todo un lugar fantasma, donde la gran mayoría se encuentra muerta de sueño. Ya después del incomodo despertar para volver a la quejante rutina, todo lo hacemos más lento, esta vez el cerrar los parpados nos ha dado más duro que en la mañana. Por eso es que en las oficinas sirven tanto café, por eso también es que ya todas son en cubículos ―así los vigilan― por eso es que también hay cámaras de seguridad. Todos alguna vez nos hemos rendido de sueño en nuestros trabajos.
Yo se que te has quedado dormido en el trabajo ― http://cot.ag/ajxDPv ^RF
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