Es más que sabido que obtener un cargo dentro de una empresa, el empleado o posible empleador debe de cumplir una serie de requisitos para hacer cumplir funciones dentro de un departamento o toda la corporación. Posgrados, MBA’s, especialidades, diplomados… toda una variopinta selección de cursos, talleres y estudios superiores que hoy día son parte de la llamada competitividad.
Pero, para acceder dentro de la administración pública —especialmente en nuestra hermosa isla caribeña— parece que los estudios poco importan. Y por eso tenemos muchos senadores, muchos legisladores, muchos empleados públicos, que sus puestos son más políticos que por razones de mérito. A veces da vergüenza ver secretarios de Estado, directores y demás funcionarios de alto nivel que poco o nada tienen de conocimientos en las áreas en que se encuentran, en muchos casos, despilfarrando el dinero de los contribuyentes.
Temprano en la mañana de hoy, salió en una entevista en un matutino televisivo, que se revelaron datos como la presencia de 200,000 personas, dentro de la nómina pública, que han asumido puestos no por su experiencia, sino por influencias políticas y «amarres» entre sectores —bastante notable en la postulación de nombramientos—. ¿No queremos institucionalidad y transparencia? Comencemos pues a buscar posibles funcionarios que sean competitivos, con cierto nivel universitario o especialización, por lo menos. Estar en el Gobierno por estarlo, debe ser cosa del pasado.