Una imagen vale más que mil palabras
Hoy quiero comentar brevemente sobre como los reality shows han cambiado drásticamente nuestro sentido de la privacidad. Debido al éxito que ha tenido este formato de programa se me hace sospechoso que el mismo concurra al tiempo que en nuestra sociedad se van suscitando ciertos cambios sociales dignos de despertar nuestra indignación a no ser porque algo en nuestras mentes ha cambiado. Caminamos por la capital, pasamos frente a bancos, tiendas y otros grandes edificios todos repletos de cámaras atentas hacia el extorno, esos lentes graban nuestros pasos, a veces cuando despedimos a nuestras novias con un beso u apretón de pompis, otras tantas nos graban rascándonos ciertas partes no muy publicables a decir. Ni pensar que a pesar de saber nosotros que estas cámaras existen, su actividad nada nos pesa y esa indiferencia es lo que permite que cada vez más y más, benditas cámaras graben nuestros pasos.
¿No te importaría si te grabo?
La intimidad se ve cada vez más invadida por el lente imprudente de la cámara de seguridad pero ello no nos afecta y es que en nuestras mentes la privacidad ha cambiado de significado, irónicamente aunque te cueste trabajo creerlo ha pasado a ser de dominio público. Toda una contradicción, pero así ha ocurrido. ¿Cómo llego esto a ser posible? ¿Cómo en prácticamente pocos años hemos de permitir tantos y tantos lentes vigilando nuestras vidas como si la individualidad nada costase? Para respondernos es importante recordar lo dicho hace pocas líneas: esto se ha hecho posible porque el significado de la privacidad ha cambiado para nosotros y ahora es enteramente pública. ¿Pero qué tienen que ver los reality shows con todo esto? ¿Qué pinta la casa de cristal, la granja? ¿Por solo citar algunos ya célebres programas televisivos de este tipo? ¿Aún no lo ven venir? Aquí voy.
La intimidad como ficción
En un reality show, el contenido es la vida de una persona, la pantalla de la tele se olvida de la ficción para llevar como producto la cotidianidad de un grupo de personas en un contexto determinado. Una vez inmersos allí nada le es ajeno a las cámaras ―recordemos a Alicia machado teniendo sexo en el reality la granja― estas personas han sacrificado su privacidad a cambio de hacerse famosas y exaltadas en la palestra pública, pero de lo que nadie se ha dado cuenta es que precisamente gracias a ese proceso cambia en nosotros como espectadores la forma de ver la privacidad, pues lo que queda en nuestras mentes es que ser observado por otros no es malo, al contrario resulta ser una experiencia gratificante. Nuestra privacidad en el sentido antiguo del término ya no tiene valor, ahora lo que prima es una privacidad capaz de ser compartida con los demás. Cada vez que un fulano desconocido alcanza fama y fortuna a través de uno de esos triviales reality shows, es ese el mensaje que nos queda en la mente.
No gracias, nunca fui fotogénico
Con todo esto operando en nuestras cabecitas cada vez que logramos percatarnos de que estamos bajo el lente de una cámara de seguridad lo asumimos de lo más normal, en ningún momento nos planteamos si en tal posición la misma no está violando parte de nuestra privacidad, al paso que vamos nos pondrán cámaras dentro de los inodoros, y nadie dirá nada a modo de protesta y es que los benditos reality shows nos han condicionado a aceptar una vida bajo el lente de las cámaras, vendiéndonos la idea de que esa realidad es algo natural y hasta insigne. Claro que apoyo el tipo de privacidad convencional y estoy opuesto a la proliferación alegre de cámaras, permitir que nos vigilen así por así, nos llevaría a perder parte de nuestra dignidad como seres humanos pues el lente casi ubicuo toca lo más sagrado de un ser humano: su individualidad. Basta ya de vendernos a través de los reality show que vivir bajo una cámara no es malo, para luego hacernos permisibles a la proliferación de cámaras de seguridad que lo único que hacen es secuestrar nuestra privacidad, total día a día en el mundo se dan decenas de robos y atracos sin que estás hagan nada para evitarlo.
Yo pienso que el tema de las cámaras de seguridad no tiene que ver con el asunto de los reality shows. A mi me gusta ver los reality show y es bastante entretenido, pero simplemente hay situaciones que rayan en lo ridículo o se sobreexponen demasiado los participantes y eso es lo que alimenta el morbo del público. Tú has leido el libro del hombre light? La sociedad se ve atraída por este tipo de shows porque el drama y el ver al otro expuesto y en situaciones x mueven el morbo colectivo y a la vez, mueven dinero.
Pero habría que investigar más a fondo sobre el porcentaje de personas que se motivarian o se atreverían a que sean parte de un reality show. Como está el asunto de la privacidad y la seguridad en este tiempo creo que la mayor parte de las personas no quieren que les grabe o participar en un reality.
Los reality shows promueven la violación de la privacidad ― http://cot.ag/a73dAh ^RF