Nunca decimos si estamos bien

Estoy bien Si sales a la calle y le preguntas al primero que veas ¿como ta la cosa? ¡escríbelo! Te va a decir «que ta floja o dura». Irónicamente utilizamos dos conceptos antónimos para definir una misma situación: la crisis, carestía de la vida, delincuencia, corrupción etc. Nunca decimos que nada está bien, tenemos un no rotundo grabado en nuestra mente que se expresa siempre en repudio ante el acontecer nacional, pero también esa misma actitud la reflejamos en lo personal. Independientemente de que pensemos que «esto ta cada vez peor», «que tamo jod#os»y que «ni una varita mágica nos va a salvar», lo que decimos y pensamos siempre refleja ese pesimismo o inseguridad ante todo. Nunca decimos que estamos bien, es más mucha gente se sorprende cuando saluda al otro y este le responde «¡Oh estoy de maravilla!» siempre esperamos que nos digan «aquí comiéndome un cable» «Aquí, fuñío con un préstamo» «saliendo de debajo de una patana» «jalando aire» Simplemente esperamos el peor de los pronósticos que en muchas ocasiones es nuestra total expectativa y creencia.

¿Por qué somos inseguros?

Si fuéramos a analizar un poco dominicano, diríamos que tiene un poder enorme de echar hacia delante, pero al mismo tiempo llevamos un pesimismo grave ante todo lo que hacemos. Es algo entendible por muchos aspectos históricos, ya que realmente no hemos desarrollado nuestro emprendurismo, las diferencias sociales siempre han marcado nuestras expectativas y si le sumamos el complejo del gran Guacanagarix, la ausencia de verdaderos líderes y la cultura existente del individualismo y caudillismo, podemos visualizar el origen de muchas de nuestras inseguridades. Solo basta con saludar a alguien y le respondemos con decenas de frases que al final todas dicen lo mismo, representar que cada día estamos más decadentes y sin esperanza de cambiarlo. Una conversación normal dominicana puede ser más o menos así: ―Hey men klk Como tu tas―, ―mal loco eta vaina no ta fácil, mira cualquiera se va en Yola y se va de aquí―

Ahí entre dos, ni fú, ni fá

Todavía vamos más lejos al descargar negatividad y dudas inestables al responderle a alguien que nos dijo simplemente ―hola, ¿como ta la cosa? ― Oh men, entre Luca y Juan Mejia―. También expresamos ambivalencia e inseguridad al decir «Aquí entre dos, ahí ahí, ni fú ni fá» Somos así al medir la situación general de nuestras vidas, no enfrentamos con optimismo nuestros desafíos, algo que nos genera más malestar contando con que también contagiamos a los demás con esta situación. Generamos dudas de todo, siempre le vemos la peor intención a las cosas y para lo único que somos positivos es para armar un coro, salir de bonche y armar cumpleaños. Nos da miedo decirle a la gente cuando nos está lleno bien económicamente, incluso deseamos no hablarlo mucho para que no se nos asare la cosa. Si respondemos que estamos bien, lo hacemos por automatización, no porqué es lo que queremos externar, nos da brega admitir nuestra época de vacas gordas, aunque mucho lo hacen estratégicamente para no tener gente a quien prestarle.

La cosa ta dura y ta floja

Para nosotros es lo mismo decir que la cosa esta floja o dura, aunque nos siempre decimos que nos hace falta mano dura, tenemos que cogerlo suave ya que si nos agarro dura, la cosa podría ponerse peor, podría ponerse blandita. Somos fuertes, pero también flojos, tenemos que fortalecernos en base a nuestras debilidades. No dejemos enflaquecer nuestros puntos gordos ya que sin ellos, los demás pensarían que al ser liviano nos endureceríamos cosa que no seria cierto. Por ejemplo, si suavemente endurecemos nuestras actitudes y pensamientos, podríamos ver como todo iría tomando un rumbo mas solido, prometedor y ligero al mismo tiempo. Ser más duros con nosotros mismos podría quebrar aun más nuestras fragilidades adquiridas y nos colocaría al borde de un delicado endurecimiento personal. Mejor es suavizar las asperezas que nos acarician el áspero corazón que a veces llevamos. Con firmeza nuestras delicadezas, comunicar con solidez nuestros quebrantos y claro ser duro con los blanditos.

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