El cacareado caso de Omega y su prisión por acusaciones de violencia nos puede llevar a ciertas interpretaciones. En función de mi «maña periodistica» acostumbro a poner las versiones en duda, en especial en casos donde existe un extremo en que hay dinero e influencias, mientras el otro carece de esas prerrogativas.
De ser cierto que la ex esposa de Omega puso la denuncia basada en una mentira y motivada por los celos, no sería la primera vez que pasa esto. Situaciones humanas en las que sus protagonistas tendrán la última decisión. Y corresponde a la señora asumir su responsabilidad ante su falta.
Sin embargo, y aquí va mi duda, también se pudo haber dado otra situación. Casos en que una mujer es obligada a cambiar su versión de los hechos con relación a casos de violencia intrafamiliar también son comunes. Amenazas, extorsión, un «te doy esto para que dejes eso hasta ahí» son comunes.
¿Quién de los dos tiene dinero e influencias? ¿Quién tiene recursos para presionar? ¿Quién tiene ese poder en este caso? Esto es una simple conjetura y una invitación a pensar más allá de la bulla. Esto lo conocemos porque él es famoso, un cantante, una figura pública. Pero esto pasa todos los días, a veces a escasos pasos de nuestras casas.
Antes de crucificarla o de crucificarlo, pensemos más allá de las simples apariencias.
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