Los Cyberbarrios

Foto: Más o menos así luce un centro de internet de un barrio de la ciudad capital, desde éstos se está forjando una nueva cultura de ocio que aporta elementos de lo que los jóvenes captan y aprenden de la red, a su vez incorporándolos a su identidad.

Un punto y no de droga

En los barrios está ocurriendo algo que pasa desapercibido a los ojos del gobierno y sociólogos. Se habla mucho de cómo las drogas roban a los adolescentes del seno de sus familias pues los jóvenes prefieren verse inmersos en el modus vivendi que les ofrece el estilo de vida del pusher. Recordemos que en los años 90 las canchas de basquetbol eran el núcleo urbano en torno al cual gran parte de estos jóvenes gravitaban. Hoy día, los centros de internet son los que suplen ese roll. Jóvenes de 14 a 23 años van a chatear, consultar en internet para sus tareas o simplemente navegar por la red. Pero existe otra red que sale de lo virtual y los engancha de vuelta a la realidad: La del centro de internet, ellos hablan entre sí, discuten, los menores se conocen y salir al centro es la coartada ideal para evadir los ojos de padres muy celosos con sus hijas.

Pa´ que te tumbando, mejor que te chateando

Pasarse horas en un centro de internet puede parecer trivial y pendejo pero si miramos un poco más allá, es decir a la sociedad de ahí a ahí —sin muchas teorías— nos encontramos con que el mismo joven que se pasa dos y hasta 4 horas conectado a la red queda exento de ser atrapado en otra red realmente mortífera: La red del narcotráfico. La realidad es que un joven que vague por las calles e ignore tales formas de pasar el tiempo es más propenso a caer en la cultura de la marginalización que a su vez lo hace ser presa fácil del mundo de la delincuencia. Es cierto que a través del chat han ocurrido ciertas citas a ciegas muy lamentables, algunas han terminado en tragedias pero no es una costumbre muy arraigada en nuestro país y por último, siempre que conocemos alguien nuevo en nuestras vidas estamos corriendo riesgos.

La agenda de un cibernauta muy ocupado

Un joven dominicano experto navegador de la red inicia su recorrido abriendo su Messenger, si está un poco atrás consultará su cuenta de hi5 pero si está a cuenta de lo último de seguro ya tendrá su Facebook y hasta Twitter ¡Nuestro joven dominicano no ha perdido su identidad de dominicano!, sencillamente la ha trasladado a la red. Visita páginas como la de la WEE y verá perfiles de chicas sexys, —lo mismo podemos decir de las chicas—. Si la televisión local carece de rating entre los jóvenes de todas las clases es porque estos prefieren ver videos por un tubo a través de Youtube y es que ver no solo es creer: Es también estar insertado en la tendencia. Muchos padres no lo lamentan ya que por lo menos saben que están haciendo sus hijos, que no sepan exactamente que están viendo ya es otra cosa.

Y la revolución se hace costumbre

Si a estos muchachos les resulta tan adictivo estar frente a un computador viviendo un mundo virtual para muchos totalmente enajenante es porque sencillamente sienten que la realidad de concreto no les pertenece y en cambio esa a través de la cual navegan tan libremente se les entrega: a través de las redes sociales y las diversas interacciones que realizan por la red construyen una realidad propia, y es ese sentido de la propiedad lo que les hace preferir ese mundo más que el que está apenas detrás de la ventana. Me resulta tan obvio, hoy día todos tenemos nuestro propio correo electrónico, nuestro propio círculo de amigos —a la gran mayoría de ellos no le hemos visto si quiera la cara— y nuestras propias aplicaciones personalizadas para todo cuanto hacemos en la red. Ellos tienen más cosas allí dentro que las tenidas aquí afueran. El centro de internet no les pertenece, pero este es la puerta a esas nuevas cosas que el ciberespacio les permite hacer suyas.