Las giras a la playa

Playa En estos días de calores, de sol y de un tro de vainas mas, la gente se pone para una playita, se pone para el bronceado y para el can playero. Es toda una cultura dominicana el visitar en diferentes épocas del año nuestras playas, que de paso deben ser las más bellas de toda la bolita, aunque también muchas son las más sucias. Ir a la playa, es sinónimo de música, comida y mucha gente desinhibida, la playa es sin lugar a dudas el pasatiempo favorito de nuestras vacaciones y días feriados. Es muy popular la frase, «el dia ta pa una playita», o que «lindo ta el sol cualquiera se va pa una playa», al parecer la arena y el agua salada compone gran parte de nuestro ADN caribeño. Somos locos con un mar salado, con una arenita graneadita y blanca, adoramos hacernos trencitas y ese pescado frito que solo sabe bueno mientras nos baña la espuma de la orilla.

La algarabía cabe en un bus

Hay muchas formas de llegar a una playa, gracias a que somos una isla, estamos rodeados de ellas, sin embargo, los dominicanos somos tan caneros y boncheros que tenemos que hacer que el viaje por más cortó o largo hacia ella valga la pena. Para eso se inventaron las giras, ¡sí!, aunque podemos ir a las playas en guaguas publicas por menos de 100 pesos, las giras tienen esa combinación de muchedumbre en bus, pero con un poquito de planificación, además con comida y bebida incluida. Las giras a las playas, concentran mucho interés en los sectores más populares de las ciudades, donde por una módica suma, todos aportan al chofer y su guagua, y también colaboran con la comida. Desde tempranas horas de un domingo, la gente adueñada, con toallas en mano y bultos comienzan a embarcarse a un viaje tropical de inagotables experiencias. Los muchachos, en busca de muchachas, las muchachas queriendo mostrar sus últimos bikinis y los padres que irán a velar a sus pollitos, aunque también se ajustaran algunos yaniqueques.

Ir a la playa, todo un bonche

La gira a la playa, es una fiesta desde que el chofer enciende la radio, un chico aventajado y con algunos discos, pincha la música, colocando los temas bailables del momento, logrando todo un pandemónium, o bonchemonium dentro del vehículo de pasajeros. Gafas calaveritas, trajes de baño cortos, gente en camisilla, damas en shorts, es toda una pasarela caribeña de ligeras y coloridas combinaciones que se ven danzar y caminar por el pasillo del alquilado autobús. Es ese el momento para muchas parejas hacer de las suyas, también muchos niños en el medio deseando hacer sus adorados castillitos de arena, con vaso plástico y agua de mar. Desde que llegan, todo es una algarabía, que provoca romper el hielo dándose el primer chapuzón de agua salada. De inmediato los mayores buscan sus cheilones y negocian su estadía debajo de algunos piragüitas frene a la orilla. Junto a la cálida brisa marina, el sol radiante y las suave arena, se conjugan refrescantes momentos que saben a merengue, mambo, reggaetón y alcohol. Música por doquier, destapan los oídos más tradicionales, y muchas chicas mostrando al mundo su piel y su tentador bikini, muchas doñas sentadas con un sombrero encima, chequeando de reojo mientras se duerme plácidamente en los brazos de un Morfeo vacacionista.

Evitemos situaciones lamentables

Las giras a la playa, concentran muchas situaciones de derroche y exuberancias, son experiencias agradables de ocio y disfrute pleno, pero también si no planificamos bien pueden proporcionarnos momentos amargos. Lo ideal es realizar el viaje organizadamente desde el inicio hasta el final, sin provocar malestares ni líos. El exceso del alcohol, la mala atención en la carretera y las épocas altas de bañistas concentran muchos peligros que pueden ser altamente superados si tomamos con previsión y seriedad el deseado bonche. Seamos pues, entes responsables, a la hora de trasladarnos a estos paradisíacos lugares, para luego no tener que lamentar tragedias que pudieron evitarse. Comamos entonces del espagueti con pan del placer, y mojémonos con el agua salada que nos hace chapolotear cada vez más al ritmo de una buena musiquita bailable, todo esto con la conciencia de controlar la situación, y de acatar las normas del lugar y el respeto hacia los demás bañistas.

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