La era del Tamagotchi

Fue corta, duró poco, apenas un par de años, pero fue tan intensa y exitosa como cualquier otra era de algún aparato o carismático electrodoméstico. En el año 1999 todos los niños y adolescentes de República Dominicana despertaron en si su instinto maternal o paternal gracias a la mascota virtual llamada Tamagotchi. Del japonés Tamagot ―que significa Huevo― y chi ―que significa Afecto ― este pequeño aparatito en forma de huevo y con llavero incluido se convirtió en nuestro hijo más querido. Los Tamagotchis fueron inventados en al país del sol naciente ―yo también diría, chips nacientes― por allá por 1996, pero no fue hasta el penúltimo año de esa década en que se convirtieron en todo un fenómeno mundial. Todos queríamos dar de comer, educar y criar a nuestra mascotica electrónica.

Un animal virtual

Solo bastó para que llegara de contrabando desde Japón ― todavía en Occidente estaba prohibida su venta― de inmediato el pequeño huevito virtual era adquirido por miles y miles de ansiosos fanáticos. Aquí fue una locura, desde que vinieron se pegaron, todos querían tener o tenían uno, aparte de que era toda una moda, el tener un Tamagotchi te otorgaba ciertas responsabilidades, las cuales con disciplina debías cumplirlas, según los creadores este juego virtual promovían a los niños desarrollar más aptitudes, pero seamos sinceros, todos tenían uno por simple chulería. Los Tamagotchis eran en forma de pollito, en la pantalla pixelada blanco y negro se encontraba desde que lo encendías. Esperaba por ti para que le dieras de comer, lo entretuvieras, hasta ponerlo a dormir. Muchas fueron las personas que no le vieron nada especial a aguantarle todas las ñoñerías a un pajarito computarizado que vivía haciéndose al lado de su comida.

Dame agua, dame comida, y ponme a descansar

Con los Tamagotchis, nos creíamos verdaderos padres, interrumpíamos todo para atender a nuestra criatura la cual estaba programada para ser completamente dependiente de su dueño. Los Tamagotchis rápidamente se reprodujeron expandiéndose a todas partes, en el colegio veía como todos criaban al suyo, digamos que este aparatito era el Farmville de aquellos tiempos. En aquella época existían todo tipo de criaturitas electrónicas, todas las formas y colores, muchas originales otras copias. Mi hermana llegó a tener 3 tamagotchis diferentes, y a cada uno los quería igual, hasta que se jartó y me regaló uno a mí. El penoso pajarito de la pantalla vivía siempre llorando y quejándose, yo le hacia todas las maldades posibles y logre mi cometido, ya que la dejadez hacia mi mascota fue tal, que un día que lo encendí el aparato me había notificado que mi pollito virtual había muerto. Vi como amiguitos míos lloraban sin consuelo cuando por primera vez se le murieron sus Tamagotchis, después de poco tiempo fue que nos enteramos que con solo reiniciarlo, nacía otro polluelo virtual. Quizás nunca nos enseñaron nada, es posible que de ninguna manera hayamos sido buenos padres, pero lo que sí es cierto es que el tener uno fue pasajeramente divertido, hasta que nos cansamos de lo mismo y lo desaparecimos del mapa.