Hace ya muchos años, era un tabú hablar de cirugías plásticas en la República Dominicana, quien se las hacía no lo decía y quien no tenía para hacérselas decía que otro se la había hecho. (¿Se entendió? Espero que sí.) El asunto es que actualmente esto ha cambiado mucho, aunque los precios siguen altos. Como no todo el mundo puede acceder al bisturí, el señor que se arregla la papada, la señora que se recoge la piel colgante o la jovencita que cambia de copa de brassiere ―quizás como regalo de 15 años―, antes y después de entrar en el quirófano riegan la voz. Ya que el procedimiento es costoso y prohibitivo, visitar el cirujano da estatus.
Para quienes trabajan en los medios, operarse es un poco más fácil. Una figura pública que trabaje en la televisión, por ejemplo, lo hace de la siguiente manera. Recorta un poco su presupuesto publicitario, con esto se opera y recupera la inversión por medio de la cobertura de prensa. Si una revista rosa quiere la exclusiva, se la da, y no solo cubre el costo, sino que hasta tiene ganancias. ¿Para cuando estos procedimientos estarán al alcance de todo el pueblo? Sería la real democratización de la belleza.