La defensa de los especiales

Después de ver la entrevista que le realizó ayer Juan Bolívar Díaz a Luis Álvarez Renta (preso por el caso Baninter) y Fabio Ruiz (preso por el caso Renove), donde defienden sus privilegios como gato boca arriba, me quedé pensando en la paradoja de nuestras cárceles, donde no hay separación de reclusos por niveles de criminalidad —como dicta el sentido común— pero sí lo hay por niveles socioeconómicos, con los llamados «especiales». Pero hay otra cosa que me llama la atención aún más que los privilegios, y es la forma en que se refieren ambos entrevistados a los reclusos, como si ellos no lo fueran. Hablan de ayudar a los reclusos y reformar a los reclusos como si no estuvieran ellos en la misma condición.

Para justificar sus privilegios, hablaron de una serie de obras que han realizado a favor de la cárcel (ampliación de la cocina, creación de un cine, cursos de liderazgo, ayuda legal y económica), y si trabajan por los demás, por aquello del que reparte y reparte, a ellos le corresponde la mayor parte: visitas fuera de horario, televisores plasma, aires acondicionados y hasta cocineros particulares. Pero no se sorprendan, pues ese razonamiento es el mismo que le permite a nuestros gobernantes enriquecerse de manera ilícita sin sentir ningún tipo de remordimientos. Si yo construyo las carreteras, puedo construir una hasta mi casa de campo, si le construyo al pueblo un residencial, puedo construirme una mansión.

Lo más simple sería pensar que la solución está en quitarles la seguridad y la comodidad a estos presos para igualarlos a los demás, pero no lo es. La solución es asegurarle a todos los reclusos aquellas condiciones que no son privilegios, sino derechos: seguridad, salubridad, alimentación. Cualquier dominicano que tenga un familiar preso, sin importar las razones, y tenga las condiciones económicas para hacerlo, pagaría para conseguirle por lo menos un colchón para dormir, y si su vida corriera peligro, pagaría para protegerlo. El problema de nuestras cárceles es que están sobrepobladas y mal gestionadas, esos lugares no son adecuados ni para Alvares Renta, que fue juzgado por un fraude multimillonario de proporciones históricas, ni para el preso que está allí por haberse robado una gallina.

7 comentarios

  1. No puedo agregar nada mas a lo que dices, porque comparto los puntos que mencionas en cuanto a la pesima gestion y condiciones de insalubridad de nesutras carceles y abusos que viven los reos.

    Ahora, si tengo mis quejas sobre la forma en que viven estos «presos especiales». No ha sorprendido a nadie que el difunto Florian recibia sus «visitas» (lease prostitutas y socios del negocio) y que en su «habitacion» disfrutaba de aire acondicionado y televisor pantalla grande.

    Se supone que quien infringe la ley debe pagar las consecuencias sometiendose a las privaciones que se le imponen, entre las cuales cuentan los lujillos de los que disfrutan esa partida de malandros. Lastima que la ley no se imponga y en su lugar sea el poder y dinero quien tome la desicion del modus-vivendi en las carceles.

    De eso unica y exclusivamente tienen la culpa las autoridades encargadas de los recintos, que se dejan coger de imbeciles a costa de un par de miles de pesos extras en sus bolsillos.

  2. Así es @JuniHH. La excusa que dan para ello es que Florián, por su condición, requería tener una protección especial, cosa que no justifica tales privilegios. Con relación a quién tiene la culpa, últimamente he llegado a la conclusión de que nuestras autoridades sólo nos están reflejando a nosotros mismos, con nuestra carencia de valores. Sé que en este tiempo hablar de valores suena a viejo, pero es real. Sucede en las cárceles, en el gobierno, en los negocios y en las familias. Sacar ventaja, otorgar privilegios, usar lo ajeno en provecho propio es una realidad nacional. Cambian las autoridades y pasa lo mismo.

    Tal como decía arriba, cualquier dominicano que tenga un familiar preso, si puede acomodarlo, participará en ese sistema corrupto de pagar por recibir privilegios. Claro está, el que pueda pagar más y su moral se lo permita, conseguirá el televisor más grande y otras cosas más.

  3. Tu escrito no puede ser más certero. La verdad es que las cárceles no son más que una replica exacta de la desigualdad social que vive nuestra nación. ¿Podemos esperar que sea diferente?, El modo de vida de un conglomerado se reproduce a si mismo en todas y cada una de las instituciones de este. Es muy fácil al moverse por la ciudad capital –sólo para citar un ejemplo– encontrarse con el típico panorama de los que lo tienen todo y los que no tienen nada, esto no es en su totalidad culpa del primero ni del segundo, sino, de ambos.
    Promover los valores, en nuestra sociedad suena extraño. Lo cierto es que hoy se vive sólo para lograr mis “metas” y objetivos, es decir, responder a mis intereses a cualquier costo.
    La cárcel es uno de incontables escenarios, donde la dominicanidad se muestra sin mascaras ni adornos, tal y como es. Así son las cosas aquí, cuéstenos o no creerlo, y la mayoría de nosotros en mayor o menor proporción fortalecemos ese estilo de vida y no hacemos nada para cambiarlo.

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