guachimánPocas cosas son tan relajantes como sentarse una tardecita cualquiera, preferiblemente domingo, a conversar con un Guachimán. Te recomiendo esperes que el sol baje, y si hay brisita mucho mejor. Te sientas en una silla plástica, un murito o en un banquito y de manera sencilla inicias una amena conversación. Los guachimanes, al tener tanto tiempo muerto para mirar el cielo, dar una que otra vueltecita, beber café, oír radio —regularmente AM—, leer el periódico, conversar con el guachi del al lado, decir «mami» a las mujeres que pasan, echarse una pavita, y claro vigilar… muchas veces se aburren, y siempre están dispuestos a escucharte o a contarte una anécdota de sus años de trabajo, del pueblo de donde vienen, comentar la actualidad política, deportiva y hasta un buen consejo te pueden dar.

Pasando trabajo

Los guachimanes son personas muy interesantes, empezando porque no le tienen miedo a la muerte. Imagina que tu trabajo fuera sentarte a esperar que venga un delincuente. Si ellos tienen miedo, por lo menos aparentan no tenerlo, se consuelan diciendo que en todo trabajo hay algún riesgo. Generalmente trabajan 12 horas diarias, pero si la compañía de seguridad no encuentra guachi para la otra tanda, se quedan las 24 horas corridas. El problema es que a veces a la compañía se le olvida registrar estas horas de desvelo y el guachi no tiene como probar que cubrió las dos tandas corridas.

Entre 4 mil y 7 mil pesos quincenales es el sueldo del guachi. La mayoría preferiría tener otro empleo, pero no lo dejan, pues con ese se «buscan su arroz». Al pedirle un consejo para los jóvenes, un guachimán me dijo «que traten de nunca caer en este trabajo, aquí no hay derecho, no se lo ‘garantizo’ ni a mi peor enemigo». Y es que los 24 y 31 de diciembre, domingos y otros días feriados, los guachis deben estar sobrios y en vela, trabajando mientras nosotros estamos sentados a la mesa familiar o «haciendo coro con los panas». Sin embargo, aunque es un trabajo tildado de peligroso, al parecer el riesgo no es tan grande. Con los hombres de seguridad que he podido conversar uno ha tenido que usar el arma una vez en 15 años de trabajo y otro dos veces en nueve años. Claro, me imagino que esto cambia dependiendo del barrio donde vigilen.

Cuida tu guachi

El guachimán es un personaje imprescindible en el folklor dominicano. Todos podemos hacerle el trabajito más ameno. Que no se pierda la costumbre de bajarle un termo de café o un plato de comida. En las cenas navideñas, no nos olvidemos del guachi que nos queda cerca. ¿Por qué no pasarle un vasito de habichuelas con dulce en Semana Santa? Una de estas tardes cualquiera, no te pierdas la experiencia de sentarte a conversar con el guachi de lo primero que te venga a la cabeza. Tú verás lo relajante y desestresante que es. Trata de que sea en la sombra y que no falte la brisita, luego cuéntame cómo te fue.

Ah! A todos los que se sienten muy orgullosos de decirle «guachimán» al señor que cuida, lamento informarles que aunque nuestro hermoso país es único en muchas cosas, en esa palabrita no lo somos. En otros países como Perú, Panamá, Nicaragua, Honduras, el Salvador y quien sabe cuál otro más, también suelen llamar al que ocupa la posición de vigilante con el término «guachimán». Y yo que pensaba que sólo a nosotros se nos podría ocurrir semejante nombre. Pero bueno, vamos a decir que nos copiaron a nosotros, segurito fue eso. Nosotros hemos sido los primeros en todo: Primera ciudad del nuevo mundo, primera catedral, universidad primada de América… ¿Por qué no vamos a ser los primeros en usar el término «guachimán»?

11 comentarios

  1. Excelente articulo, y sí, oncuerdo en que seguramente fuimos los primeros en acuñar el término, y «platanizar´´ otros tantos que se derivan de otros idiomas.

  2. Me encanto el articulo, una lecturita bien amena como pa relajarse un domingo. @Eduardo Tejeda Que profundo ese comentario

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