El gobierno nos vigila

Estuve leyendo un artículo —de corte sensacionalista y farandulero, valga la aclaración— publicado en Merengala, el blog de Joseph Cáceres. Trata sobre la vigilancia que mantiene el DNI (Departamento Nacional de Investigaciones) que actualmente dirige el Vicealmirante Sigfrido A. Pared Pérez, sobre las figuras públicas dominicanas. No dudo que parte de los pormenores que cuenta sobre el nivel de vigilancia que mantiene este departamento de inteligencia puedan ser ciertos, pues siempre he pensado que en esta media isla hay dos realidades, una muy visual para todo el mundo y otra más subrepticia (aunque no menos real) a la cual solo algunos tienen acceso, pero la verdad es que causa algo de Déjà Vu imaginar que herramientas de los tiempos de Johnny Abbes y el SIM pudieran estar tan vigentes. Dice Joseph:

El DNI tiene un gran volumen de fotografías de ciertos personajes que se dedicaron en una playa de Juan Dolio a grabar películas pornográficas. Entre muchos otros expedientes, poseen fotos de políticos entrando y saliendo de la cabaña Extasis, el Adrómeda y otros refugios de placeres. Chicas de casas de modelaje ofreciendo servicio “expreso” a figuras públicas y a millonarios que para no “quemarse” se alojan por días o por horas en habitaciones de hoteles de lujo.
A un conocido empresario disquero, que tiene afición por los casinos, lo “facturaron” en el hotel Meliá, donde suele alquilar una habitación a la que sube a divertirse, luego de jugar algunas “manitas” en el Diamante. Figuras del medio que se hacen pasar como muy serias y respetables, de las cuales tienen material confidencial donde aparecen dándose “pases” de drogas o en una que otra “cundanguería”.

Me comentaba un amigo que el presidente evita escuchar las famosas «cintas» con grabaciones de conversaciones tan famosas en el ambiente político, pues —según sus palabras— la gente tiende a no limitarse en las sobremesas y expresa allí cosas que no necesariamente siente al dejarse llevar por la atmósfera del momento. Claro está, no le di mucho crédito al comentario, pues pensé que debía de tratarse de un cuento más, otro de los tantos que rodean a las figuras de poder.