Cultura de improvisación

El dominicano es conocido porque improvisa. Inventemos el juego de la vitilla para jugar pelota (béisbol) con el palo de una escoba y las tapas de los botellones de agua, cuando para jugar nos faltan las losas —así le decíamos en Azua a las canicas, el capitaleño les dice bolas—, jugamos con piedras; hasta podemos improvisar una cancha de básquet en el tronco de una mata de mango, con el aro de un motor 70 y una pelota de béisbol. Improvisar es parte de nosotros, de lo que somos, y hasta motivo de orgullo.

Play (Juego)En la imágen: The primary use for the wheel in San Jose (El uso primario para una rueda en San José), por Kendrick Brinson.

Esto es bueno, pues significa que a pesar de nuestros muchos problemas hemos sabido salir a camino y jugar en medio de las precariedades. Pero hay otra forma de improvisación que nos hace mucho daño, y es la que no se impone por necesidad, sino por mala costumbre. Hay dos expresiones del refranero popular que retratan esta realidad nuestra: «No importa que sea ñato, lo importante es que respire», y «no importa como salga el burro, se empareja la carga en el camino».

Si fueran solo nuestros niños pobres los que juegan a ser David Ortiz con el palo de la escoba —imitación de un bate—, fuera entendible, pero también juegan a imitar nuestros constructores, edificando obras sin rigor científico, y nuestros políticos, jugando a gobernar un país que si no es grande, por lo menos es enredao, como si fuera el patio de su casa —uno de ellos mandó cortar los árboles de la ciudad sin preguntar, como si se tratara de su jardinera—. Hace un tiempo apareció un genio ofreciendo acabar el problema de la pobreza jugando al economista con «la maquinita de lo cuarto». Dijo que imprimiría papel moneda para repartirlo entre todos los dominicanos. Lo peor fue que la Junta Central Electoral también improvisó, y le dio dinero para que juegue al candidato.

6 comentarios

  1. @nisti2 y @yamell, si fuera solo con los juguetes o por necesidad, estaría bien, pero en otros asuntos no podemos seguir improvisando.

  2. Rafael,

    Si quieres ver a improvisación en su máxima expresión, date una vueltita por la Habana; es interesante ver como la falta de recursos, las limitaciones y las ansias de información llevan a los seres humanos a convertirse en verdaderos artistas de lo improvisado. Desde antenas parabólicas hechas con las tapas de los latones de basuras (son ilegales y los ciudadanos son perseguidos y castigados por ese “delito”), hasta un camión Ford del 1952 convertido en un vehículo anfibio para viajar a Miami en busca de libertad, el cubano, al igual que el dominicano y otros hermanos del caribe, no teme expresar su creatividad a través de las improvisaciones que se despliegan diariamente en el afán de vivir y avanzar mas allá de sus recursos y posibilidades.

    Ojalá que llegue el día que las improvisaciones y los inventos sean una cuestión de «hobby» o pasatiempo y no una necesidad para sobrevivir.

    Saludos,

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