Cuando tener piojos estaba de moda

Piojos en la cabezaDesde que era niño no escucho una epidemia de piojos como la que viví a inicios de los 90s, prácticamente todo carajito tenía la cabeza enchumbada de estos diminutos parásitos chupasangre. «¡Cuidado tiene piojo!» las madres, los niños, todos vivimos una paranoia generalizada con estos bichos, que en muchas ocasiones nos pusieron a todos de cabeza. Siempre escuché como leyenda que los piojos consideraban las cabezas de pelo bueno ―lacio― el paraíso capilar por excelencia. Yo tuve piojos y admito que me sonsacaron, me pusieron en zozobra y lo peor, por ellos en mi escuela me discriminaron y aislaron. Todo comenzó con un picazón, después otro, ya al rato mis cuatro dedos no cubrían mi cráneo, mi segunda mano tampoco, de pronto un niño chismoso al lado de mi butaca «¡profe Alfonso tiene piojos!» de inmediato todos me hicieron el ¡fo!, parecía yo un enfermo de lepra, nadie quería acercarme a mi o a mis piojos.

Laurita la piojosa

Rápidamente y casi como venganza la mayoría de los niños de mi clase tuvieron sus propios piojos, lógicamente muchos me echaron la culpa, pero ¡hey! Yo también era una víctima no nací con los benditos insectos esos. Como si fuera moda, todos se rascaban casi al mismo tiempo, muchos fueron llevados a sus casas para tratar la situación. Molestosos eran las picazones, sentías como los piojos te chupaban con malicia, y al parecer todos siempre se sincronizaban ya que te picaban al mismo tiempo. No solo eran los piojos, también estaban los huevitos esos llamados liendres, aunque no picaban estaban enredados en ti asegurándole la reproducción a los huéspedes. Los piojos entonces se convirtieron en el último ¡Ay! De las tendencias escolares, todos se rascan, a todos le caminaban y a todos le picaban. Recuerdo que hasta las pobres niñas del curso no se escapaban a ellos, Laurita, una pequeña con mucho cabello quizás tenia la misma cantidad de pelo al equivalente en piojos, todos la llamaban Laurita la piojosa, ella simplemente lloraba, no podía hacer otra cosa.

Una sopa de remedios en la cabeza

El colegio «Los Pequeñitos» ―recinto donde estudiaba― estaba infestado de piojos, los cuales dominaban casi todas las cabezas del lugar. En mi casa me echaron de todo para quitármelos, recuero como me aislaban en el cuarto de atrás y me lavaban la cabeza como si fuera la última vez. Mi pelo fue todo un laboratorio de pociones, químicos y raras mezclas para tratar de erradicar a los parásitos. Me rellenaron con todos los champús del mundo, me tiraron un jarro de jugo de toronja sin azúcar, disque para que su acido sabor desencantara el paladar de los piojos, lógicamente me pelaron, pero no corrí la suerte de que fuera a caco como muchos de mis compañeros. Finalmente un remedio farmacéutico acabó con todos en mi cabeza, recuerdo como me lavaron y hasta como me sacaban con los dedos los piojos mi mamá los mataba explotándolos contra las uñas. Toda la pesadilla pasó, y gracias a la intensa labor de untadura y enchumbadera de líquidos raros pude al fin deshacerme de ellos. Aunque en la escuela el problema continuaba, por más de una vez recuerdo haberme colocado en la cabeza un gorrito parecido al de bañarse para evitar el contagio.

Adiós piojos

Con los piojos desarrollé una paranoia que se me quitó en los años de bachillerato, cada vez que me picaba la cabeza entendía que tenia esos bichos otra vez. Estos parásitos continúan estando presentes en las cabezas de miles, pero aquella época realmente fue toda una infestación. Realmente fue un gran problema para las madres, los profesores y los mismos afectados, los intrépidos piojos se hacían los difíciles para desaparecer de las cabezas, muchos hasta se escondían en los oídos. Una leyenda que nunca fue cierta era que estos parásitos volaban de cabeza a cabeza, hoy sabemos que los piojos no poseen alas y su propagación se debía únicamente con roce de cabeza con cabeza con otro chico. Aunque me discriminaron muchísimo por tenerlos siempre tuve la certeza de que algún día no los volvería a tener, y así mismo sucedió. Los piojos eran el reflejo de una mala higiene en el pelo, los niños solo sabíamos que picaban y duro. Nuestras cabezas fueron sus nidos y aunque siempre me echaron la culpa por haber sido el primer caso registrado en la escuela fui el primero en salir de ellos, mas nunca volvieron a mí, los otros chicos no pueden contar lo contrario.

4 comentarios

  1. bueno yo hasta ahorita tewngo piojos osea espero que ningunio de mis compañeros lo abran xq sino pucha osera que roche tu sabes no a y voy arevelar mi secreto me como los mocos

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