El niño de 4 años era prácticamente arrastrado por su madre a la sala de emergencia del hospital, la señora traía un misterio entre manos: «Este carajito, de inventador que se bebió dos Pelas que encontró en la calle». Todos reímos por lo inusual de la situación y dudamos del lugar señalado por la madre. Pero el muchachito con las orejas calientes y su vergüenza expuesta nos habla de lo popular que se han vuelto este tipo de estimulantes sexuales.
Todo dominicano se conoce por lo menos tres nombres de potenciadores sexuales, además conoce el colmadón, la farmacia o cualquier otro lugar donde se pueden conseguir, el uso de los mismos se ha difundido como pólvora aun en los jóvenes, quienes «se supone» no lo necesitan.
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La verdad es que los potenciadores sexuales se crearon para tratar la disfunción eréctil, pero los que ganan dinero con el negocio, nos lo presentan como un componente necesario de toda relación sexual, utilizando así la ignorancia como señuelo, ya que los efectos secundarios de estos fármacos pueden en algunos casos ser fatales; estos van desde un simple dolor de cabeza hasta una erección dolorosa que puede extenderse por más de 4 horas.
Recomendación del doctor: El que los necesite, que los use. El que no, pues que se quede con los camarones, no sea que por curar una enfermedad que no tiene, termine con la enfermedad que no quiere.