La depresión del legislador

Algunos de los diputados y senadores que perdieron en la pasada contienda electoral tenían hasta cuatro períodos consecutivos en el puesto. Fue tanto el tiempo allí que en el trajín crecieron sus hijos, estudiaron, se casaron y les dieron nietos. Para ellos, la cámara no es solamente un puesto político, sino su vida misma, no saben ni quieren hacer otra cosa que no sea levantar la mano. (El sueldito y las dietas también hacen falta.) Estimo que los casos de depresión aguda deben de estar ñangos y percibo que son pocos los profesionales de la salud mental —psiquiatras y psicólogos— que están tratando el caso. Por la dimensión del mercado electoral local y las constantes campañas, pienso que existe un espacio en el país para un terapeuta político que atienda especialmente los casos de depresión en el legislador.

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