En Santo Domingo está lloviendo a cántaros y la ciudad se convierte de un momento a otro en un solo charco de agua. Esto nos trae el tapón, producto del carro que se queda en el camino y los múltiples accidentes. Todo es más lento y el que más se goza el agua es que el se queda en su casa y logra echar una pavita, si tiene techo de zinc —muy difícil, pero no imposible— mucho mejor.
Pero no todo lo que trae la lluvia es malo, también nos deja algo muy bueno: nuestras calles, que son depósitos de polvo, sucio y basura, ya que nunca reciben atención, se limpian gracias a la mano de Dios; lo mismo pasa con los edificios y estructuras: puentes, elevados y señales de tránsito. Por ejemplo, hace cinco días que vengo viendo un perro muerto en la Av. Las Américas, justo al lado de la entrada del túnel. Ojalá la lluvia se lo lleve, o aunque sea lo acerque un poco más al mar. Pensándolo bien, puede ser este el motivo del charco: deben de haber cientos de perros atravesados en las alcantarillas.
[…] —que quizás comen mejor que nosotros—; que sean los nuestros: burros medio enfermos y perros viralatas que se desintegran en las alcantarillas sin que nadie los recoja. Claro está, no es tan cool o in […]