Homenaje a la raqueta peine

Hubo una vez un instrumento práctico, de tamaño justo y a buen precio que se convirtió en parte vital de quienes lo poseían. Esta interesante herramienta capilar, nos resolvía millones de situaciones a los hombres, siempre estaba dispuesta a mantener nuestro estilo, belleza y narcisismo. La llevábamos en el bolsillo, se acomodaba casi discretamente en cualquier lugar, preferiblemente se colocaba en uno de los bolsillos traseros del pantalón y desde ahí se mantenía pendiente a nuestros metrosexuales impulsos de vernos bien y mantenernos mejor. Hablamos de la esa raquetica tipo peine que fácilmente se agarraba a nuestra palma de mano y con nuestra misma extremidad nos peinábamos, haciéndonos lucir siempre elegantes y aseados.

La mágica raquetica de peinar

La raquetica de peinarse ha sido ―a mi entender― uno de los mejores inventos en la historia del cuidado de la belleza y apariencia humana. Gracias a esta herramienta, siempre manteníamos siempre nuestro cabello en perfectas condiciones, muchos la utilizaban incluso como peine oficial ya que sus cortas cerdas y su casi ovalada forma se había metido de lleno en sus cabezas. La raqueta peine, era vendida en cualquier lugar ―incluso en algunos colmados la puedes encontrar―. Ideal para moños malos, buenos, rizados o crespos, esta raquetica junto a la presión de tu mano te podía dejar nítido y atractivo en tan solo 3 minutos. Te la pasabas por la cabeza para peinarte y moldearte la melena, y aprovechabas para darle un relajándote masaje al cuero cabelludo. Sin la raquetica peine era imposible salir de la casa, muchos que la olvidaban en su habitación se devolvían a buscarla, y es que cualquier cosa podía pasarnos, por lo tanto había que tener el peinado óptimo en todos momentos. La raqueta era súper cómoda y multifuncional, recuerdo que una vez utilicé una para que me rascaran la espalda con ella, fue una experiencia más relajante que un curso de Yoga.

Bien peinado, siempre

La peineta de mano, aquel otro instrumento capilar utilizado por los dominicanos, era muy popular igual, pero como la raquetica, nada, simplemente nos peinó el cariño. Los hombres siempre buscan la manera de simplificarse más, y con esta raquetica mucho de nuestros problemas se habían resuelto. Ya teníamos un elemento de belleza que se equiparaba al mismo nivel que los accesorios que lleva una mujer en su cartera. Sencillamente el hombre que andaba con su raquetica puesta, se podía decir que estaba preparado, no se le iba despeinar o desfigurar el peinado que con tanta gelatina y esfuerzo se había proyectado desde el baño. Con esas mismas raqueticas conquistábamos muchas féminas, ya que el simple hecho de sentirnos con estilo en nuestro pelo nos provocaba una gran seguridad frente a las chicas. Simplemente tener un era casi una obligación, estaba casi siempre junto a la billetera, esperando ser llevada a la salida. Todo el kit del galán de la novela estaba compuesto por un pañuelo ―en casos dos, el otro para la dama― también las gafas o lentes, y definitivamente la raquetica peine. Hoy, gracias a las pegajosas y mas fuertes gelatinas y productos fijadores para el pelo, la raquetica peine quizás no sea tomada en cuenta para peinar a varias cabezas. También está el hecho de que este producto es considerado muy popular en destinas esferas sociales dominicanas. Sea cual sea la ya triste realidad, homenajeamos a este instrumento ―un Nobel al cuidado masculino― por representar tantas salidas, estilos y estados de ánimos positivos gracias al auto-cuidado y el deseo de lucir mejor todo el tiempo.