Quedao por gasolina

Quedado por gasolina La clásica novatada del que maneja por primera vez, también es el más humillante de los descuidos y sin lugar a dudas es una de las experiencias más comunes, todos de alguna manera nos hemos quedado sin gasolina en plena calle. Esta mal esperada eventualidad nos deja totalmente desahuciados y más cuando, dominicano al fin no llevamos algún galón en el baúl y para colmo donde estamos es un lugar bien remoto. ¿Pero por qué tenemos que llegar a los extremos? ¿El carro no tiene una aguja que nos indica cuando la gasolina esta baja?, ¿entonces, por qué se nos queda por ausencia de ella? La respuesta es fácil y está relacionada con nosotros en otros ámbitos de nuestra existencia: ¡descuido! Sabemos muy bien cuando el tanque esta de reserva, es el momento urgente en donde debemos ir a una gasolinera, pero no, siempre pensamos que el Chin que queda da para más, ahí es donde nos guayamos, el carro siempre nos deja.

Nunca vemos la aguja del tanque

Ese chin que queda, que agritos el indicador nos parpadea diciéndonos quizás «wey eto ta vacío» es el poco necesario que pensamos es el suficiente para llevarnos a casa, para así evitarnos el tapón de la bomba, que está cerca del trabajo y llegar a la del barrio. Ahí es cuando en el medio del elevado o el túnel el carro hace ¡Poff! y ya sabemos lo que viene. Quedarse por gasolina es otra de las situaciones que van estrechamente ligadas a las acertadas leyes de Murphy, esas normativas generales que siempre predicen que cuando algo se va a poner peor, se pondrá mucho peor. Gracias a nuestro descuido por no haber echado gasolina a tiempo, y por dejar todo para último el escenario que nos presenta la calamidad siempre es de múltiples funciones y de gran espectacularidad. Si nos quedamos por gasolina, nunca tenemos el galón ese que nos aconsejan siempre tener, ahí es cuando nos llega el pensamiento de nuestro padre diciéndonos «te lo dije» Lo lindo es que el carro no dio más en el mismo medio de un tapón con solazo incluido ―que lindo panorama― todas las bocinas del mundo pitándote te obligan a salir y tratar de arrinconar tu mismo el pesado vehículo.

Un motoconcho nos salva

Ya después de estar orillado, lo primero que hacemos es llamar a un amigo, un pana de esos que nos tapan nuestros disparates, ya que sentimos vergüenza propia por haber evitado la humillante situación. El pana nos dice que sí, que va a atraer un galón de gasolina, pero hay un problema, el está a 30 minutos de ti, eso sin contar el tránsito de las 5pm de Santo Domingo ¡jesú! aunque le dices que si comoquiera, sabes que no te quieres quedar de pariguayo esperando a que venga a tu rescate, es cuando un motoconcho se te acerca y se pone a la disposición de ayudar. Bien, lo primero que se te ocurre es decirle que vaya a la bomba más cerca de ver si allá ellos pueden venderle un galón de gasolina, el hombre va a averiguar ―con 100 pesos tuyos― has confiado ciegamente en un extraño, comienzas a generar dudas por los míseros 100 pesos que le diste. El tipo regresa y te dice «si ellos tienen un galón para estos casos», pero tienes que dejar un objeto de valor para que te lo presten y lo traigas con gasolina ―Es quizás en ese momento en que ves una semi película de tu vida y te auto preguntas ¿por qué no le hice caso a la vendita aguja esa?

Las cosas que nos pasan, por descuidados

Con camisa y pantalón andabas, ya es definitivo que la camisa blanca llegara negrecita y toda sudada contigo oliendo a rayos. Dejas el carro cerrado ―total nadie se lo podrá llevar― te encaramas el motoconcho y abrazas a tu nuevo amigo para no caerte. En el trayecto la vida no puede ser más cruel y sarcástica, miras a tu izquierda y logras identificar en un carro a una amiga de la universidad que siempre te gustó y pensabas volver a llamar algún día, definitivamente ya borrarás su teléfono. Al llegar a la bomba dejas la cedula, pero los bomberos te dicen «eso no vale, aquí tenemos como 30 cedulas de gente que las ha dejado como garantía y ve a ver si la han venido a buscar» Tomas otra decisión difícil pero vuelves a confiar en que en nuestra sociedad pueden quedar personas honestas todavía: le dejas tu iphone para volverlo a recoger cuando el carro pueda andar. Después De varios rebases en motor y viviendo las mismas cosas del merengue del Omega «no me vuelvo a montar en motoconcho» llegas a tu carro con tu galón prestao, tu gasolina comprada y tu nuevo amigo el motoconchista. Comienzan ambos a vaciarle el galón al tanque, y de inmediato vuelve la felicidad y el carro a funcionar. En ese mismo momento es que llega tu amigo ―cuando todo ya ta hecho― vas a la bomba, buscas tu teléfono, llenas el tanque y te vas para tu casa. Todo esto se pudo evitar, o mejor dicho lo pude evitar si hubiera escuchado a mi conciencia cuando me dijo «¡échale gasolina que ta marcando!»

11 comentarios

  1. Dedico este articulo a mi querida Delia Larissa, asistente administrativa de iNVERMEDIOS (Duarte101)

  2. te mataria, pero gracias por demostrarme que pondremas de mi parte para que cosas como estas no me sucedan…-

  3. Pero luego llego al rescate y le lleno el tanque de ga solina
    su chapulin(su esposo) I love you.. Lary

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