Me alegra ver como un juguete tan dominicano como nuestras vitillas se convierte en un producto y llega a otros mercados. Lo que se pregunta un amigo televidente es si los niños gringos le tomarán el gusto a jugar con la tapa del botellón y el palo de la escoba. Ojalá que sea de las vitillas originales y no de las nuevas, que no dan gusto. (F:Remo.)