Este fragmento lo tomé de un reportaje que realizó en el 2004 el periódico Diario Libre sobre la sobre la situación de los niños de la calle en República Dominicana. Es el testimonio de Johnny Arismendy, de 17 años.
Ese día tuve muchos problemas en casa, discutí con todo el mundo y me sentía muy mal, entonces me dije: ‘Me voy a tirar del puente’. (…) Iba caminando y escuchaba en mi cabeza una voz que me decía ‘tírate, tírate’ y yo la obedecía. Cuando estaba a pocos metros, un vendedor de frutas con una carretilla de madera venía en el mismo pasillo pero en dirección contraria por donde yo iba. (…) No recuerdo de qué me habló, sólo sé que me dio un guineo y otras frutas. (…) Recuerdo que llegamos a una esquina, el señor me dijo: ‘Bueno, mi hijo, que te vaya bien’. Y se fue. Me quedé como un tonto, luego pensé: ‘¡Oh!, pero yo me iba a tirar del puente’. Y como no escuchaba la voz, también me dije: ‘Bueno, déjame seguir comiéndome esta fruta’. El señor se fue y jamás lo volví a ver, todavía recuerdo su rostro y lo busco por las calles, pero nada. Yo digo que ese señor era Dios que vino a salvarme.
A este post le queda como anillo al dedo el tema Construcción, de Buarque.
Así es @Vero. Pero no terminan igual. 🙂
Me acuerdo haber leido este articulo antes y de igual manera me toco mucho el hecho de que cosas simples como el pequeño gesto de regalarle un guineo literalmente le salvo la vida a ese niño, y aunque el niño no se acuerda de que conversaron, pero se acuerda de el gesto y el gesto lo enlaza a un rosto que hasta hoy el busca. Nuevamente este articulo me toca bien profundo.
@Tomas, un amigo tiene una serie de entrevistas en video que le hizo a estos niños, estoy tratando de conseguirlas. Cuando las tenga las publicaré.