Los rumores parecen crecer hasta llegar a lo impensable. Un alto funcionario declaró ayer lo que ya muchos teníamos en mente, calificando los aumentos del barril del petróleo como «una desgracia para el país».
Me molesta el pesimismo que éste y otros funcionarios están aplicando en sus discursos y anuncios a la prensa y a la población en general. Es bien enunciarlo, pero más ahora, en momentos en que el aumento sería inminente en todos los estratos -incluso en la canasta familiar- el discurso debe ser lo más optimista posible y en la búsqueda de alternativas para paliar este problema.
Por eso me llega a la mente, un artículo que vi ayer en Menéame sobre cómo una nación tan pequeña como Dinamarca ha dejado de depender del petróleo y a aunado sus esfuerzos en búsqueda de combustibles alternativos/energía alternativa, desde los años 70. Tenemos gente y personal para ello. ¿Por qué quedarnos sentados y gritar a todos los vientos de que el petróleo será una desgracia?
Esa pequeñita nación de unos 43.094 km2, que tiene en comparación a nuestros 48.442 km², es mucho más chica que nuestra media isla. El artículo que reseña Menéame -en inglés- acumula una serie de puntos que aplicó el gobierno danés desde ese momento y les han salido más que satisfactorios los resultados. Estándares más restrictivos, invertir en «energía limpia», imposición de altos impuestos a los autos nuevos -esto último llevando a los ciudadanos a usar por estándar el transporte público-, entre otras cosas más.
Aunque suena revolucionario, el resultado es más que visible. Dinamarca tiene uno de los altos estándares de vida. Y aumentará para un 75% el consumo de energía a través de granjas eólicas. Insisto, dejemos de lamentarnos, seamos optimistas y actuemos como esa nación, para buscar solución a nuestra dependencia de ese fósil. ¿Qué creen?